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sábado, 22 de junio de 2013

VENGANZA





En la escuela y fuera de ella tenía fama de estúpido. Apenas sabía leer y escribir, y era muy malo en aritmética. Doña Eulalia, la profesora, jamás se preocupó por averiguar que me sucedía, el por qué no podía concentrarme. Si sólo se hubiera dado cuenta de que tenía hambre y sed. Hambre porqué no desayunaba antes de ir a la escuela, y sed, de cariño y afecto. Cuanto dolor me causó su indiferencia, exigencias y malas notas.  Acaso no sabía ella que "el mal comido no piensa". Ha transcurrido muchos años desde que salí de la escuela, pero no he podido olvidar la humillación.  Hoy iré a buscarla para demostrarle  delante de todos que ya sé leer y escribir, y que soy muy bueno en matemáticas. Si no me creen, peor para todos.

13 comentarios:

  1. Doña Eulalia fue una mala maestra. Y ser mala maestra es más grave que ser, por ejemplo, mal zapatero ya que los maestros trabajan con seres humanos moldeables, pero sensibles.
    Por desgracia, la escuela no siempre ha ha sabido cumplir con sus objetivos.

    Saludos.

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  2. Por desgracia hay muchos niños que sufren en la actualidad la misma situación, y por culpa de maestros como Doña Eulalia estan condenados a vivir con el mismo rencor..
    Cariños...

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  3. Lamentable por ser real ese absurdo comportamiento

    besos linda

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  4. Un maestro debe saber más allá del libro. Besicos.

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  5. Es, un cachito que encierra mucha reflexión: nunca mejor dicho que el mal comido no puede concentrarse...

    Por eso el que ejerza esta bella profesión tiene que amarla mucho porqué formar a niños es una labor muy delicada...Un niño pasa más horas en la escuela que en ningun otro lugar...esto para los que asisten.

    Un abrazo Marilyn.

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  6. Cuantos casos así se presentan todos los días, un relato más que real.
    Un placer leerte, abrazos!

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  7. Marilyn:
    Seguramente, el cuento refiere a los sicópatas que -de tanto en tanto- producen masacres en las escuelas.
    Aquí el justificativo del hambre no existe, pues nuestras escuelas, mal que bien, se han transformado en comedores escolares.
    Tu relato es estremecedor.
    Un gran abraxo.

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  8. Me estremece pensar los errores que cometemos como maestros, pero me cuesta creer que lleguemos a provocar odio, quizás la semilla ya esté sembrada y contribuimos a hacerla crecer, pero no cocncibo que una maestra llegue a menospreciar a un alumno, porque considero que lo primero es preocpucarte de todos los alumnos pero especialmente de los más desfavorecidos en todos los sentidos.
    Un abrazo.

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  9. La gente nunca cree, ese es el problema.

    Saludos

    J.

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  10. La suerte es que a pesar de su mala gestiòn educadora contigo, al final conseguiste ser un chico normal.

    un saludo

    fus

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  11. Los adultos somos, a veces, muy poco conscientes de hasta qué punto las vivencias en la infancia marcan. Si lo tuviésemos en cuenta probablemente muchas cosas que hacemos o decimos a los niños las omitiríamos y trataríamos de acercarnos más a ellos desde el cariño y el respeto. Es muy curioso porque todos hemos sido niños y aún nos quedan marcas.

    Estupenda entrada Marilyn.

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  12. "peor para todos" ¿eso fue una amenaza? mmm creo si...
    La humillación provoca odio, y el odio siempre es sinónimo de dolor...
    Aveces con cosas tan simples como un poco de comprensión y amor, se puede cambiar el destino de una persona...
    Bendiciones Marilyn :)

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  13. El rencor que acumuló de niño no ha dejado paso al olvido.
    Seguro que se ha convertido en un adulto rencoroso...
    Sólo con un poco de cariño en la infancia su futuro habría sido muy diferente.
    Un beso.

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