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miércoles, 28 de julio de 2010

TE VOY A CONTAR

-¿Me cuentas un cuento?- Suplicó la niña, mientras asía de la mano de su padre.
El tiernamente, - contestó-

-Quieres que te cuente un cuento
y no sé como empezar
te cuento sobre una princesa
o de un botecito en el mar

Erase una vez una princesa
que haciendo piruetas nadaba
todos aplaudían
sin saber que se ahogaba

El botecito de mi cuento
encendió sus motores
y al mar se lanzó
a rescatar a su amada

Pero el mar celoso
a sus furiosas olas envió
y el pobre botecito
casi se hundió

El Rey del cielo
que todo lo ve
puso al botecito
a flotar otra vez

A babor se inclinó
a estribor giró
venciendo las olas
a la princesa llegó

Princesita linda
Princesita adorada
decía el botecito
mientras la rescataba

la princesita reía
la princesita suspiraba
y así partieron felices
el botecito y su amada

-Mañana vamos a la playa, ¿verdad?- dijo la niña sonriente
-Si, mañana iremos- él contestó, mientras su frente besaba.










lunes, 19 de julio de 2010

SUPERSTICION

El otro día salí a almorzar con unos amigos. Para la ocasión me vestí de manera casual, sustituí mi inseparable bolso por mi porta espejuelos donde introduje dinero para sufragar mis gastos. Cuando llegamos al restaurante nos atendió un joven bizco, muy simpático. Al darme cuenta de su estrabismo, en voz baja dije,-"zafa" y cruce los dedos. Acto reflejo, me sentí culpable por pecar de supersticiosa. Vinieron a mi mente las creencias de mi abuela y de mi madre. Cuando era niña en mas de una ocasión comentaban que la mala suerte aludida a los bizcos se debía a que éstos podían ver a traves de las personas y conocer sus pensamientos y que de su mirada extraviada se trastornaba la suerte de una persona. Para contrarestar la mala suerte había que decir "zafa" (del verbo zafar, deshacer), cruzar los dedos o escupir tres veces. No hice comentario alguno a mis amigos sobre mis pensamientos, entre risas y carcajadas disfrutamos la cena. Luego, al llegar a mi casa me dí cuenta de que había olvidado el porta espejuelos sobre la mesa en el restaurante, pero, ya era muy tarde para regresar a buscarlo. Al dia siguiente, regresé al restaurante y explique al supervisor lo ocurrido. Me dijo que el bizco tenía el dia libre y que él no había reportado haber encontrado el porta espejuelos con dinero dentro. Al principio me sentí muy mal por haber perdido mis espejuelos y el dinero, pero, después de un rato me reí a carcajadas y me acordé de muchas otras supersticiones que estoy segura ustedes también han escuchado.

Cruzar los dedos - para evitar peligro y alejar influencias maléficas
Escupir 3 veces- buena suerte
Levantarse con el pié derecho- para que el día no se tuerza
Romper un espejo- siete años de mala suerte
La sal- aleja los malos espiritus
barrer de noche- trae mala suerte
colgar herradura detras de una puerta- buena suerte
Encender 3 cigarillos con el mismo fosforo- buena suerte
Apagar las velas de un soplo-buena suerte
Decir "Jeus" o "salud" cuando una persona estornuda- buena suerte
Tocar madera- Cuando algo es bueno tocar madera para que perdure la dicha
Si sientes escozor en la mano derecha- vas a recibir dinero
Si sientes escozor en la mano izquerda- vas a perder dinero
Para alejar a un visitante- poner 3 granos de sal detras de la puerta o un palo de escoba
Clavar un pedazo de pan en la pared- para que nunca falte comida en el hogar
Comer lentejas todos los lunes- para que haya bonanza económica en el hogar
Bañarse en la primera lluvia del mes de mayo- para la buena suerte
Caminar debajo de una escalera- mala suerte
Abrir una sombrilla dentro de la casa- mala suerte
Poner sombrero sobre la cama- mala suerte
Ponerse los zapatos al reves- mala suerte
Sentir zumbido de oídos- buena suerte
Darse en el codo-trae dinero, buena suerte
Ver una mariposa negra- mala suerte, enfermedad
Que una ave te ensucie- dinero, y suerte
Ver un gato negro que se te cruza en el camino- mala suerte
Los martes y viernes 13- mala suerte

martes, 13 de julio de 2010

OPERACION ESPUMA

La noche se había confabulado con nosotros, estaba preciosa, llena de estrellas. La luna, complice también, parecía un queso amarillo colgando del cielo. Todo estaba listo. Cada uno haría su parte, eramos cuatro, Rafael, Charlie, Lupe y yo. Habíamos ensayado hasta la saciedad los pormenores de lo que denominamos "Operacion Espuma". Rafael conduciría el automovil por una de las callecitas que desemboca en la Plaza Central y Charlie se desmontaría a perpetuar la arriesgada hazaña. Lupe,experta en estos menesteres, compraría el componente espumante mas fuerte que hubiera en el mercado. Yo, en cambio, me encargaría de la vigilancia y seguridad de la operación. Eramos felices, nuestros roles nos definian, vehementes, aventureros, revolucionarios, e impulsivos. De vez en cuando Rafael, quien además era perfeccionista, sentía nervios por que el carro que habíamos conseguido para realizar la operación no estaba en perfecto estado de funcionamiento. Temía que si por azar del destino el carro no arrancaba en el momento preciso podría echarse todo a perder. Charlie,sin embargo, siempre locuaz y optimista lo convenció de que su miedo era infundado que todo saldría conforme lo planeado. Lupe, se había pasado meses probando lo comprado para asegurarse de que era igual al que había usado en la exitosa operación que se realizó en la plaza principal de su ciudad natal, Paris, hace cinco años. De mi parte, el entusiasmo era tal que me había apersonado al lugar del hecho unas cuantas horas antes para asegurarme que no hubiera moros en la costa a la hora de la ejecucion del plan. Me encantaba el rol de detective y estaba preparado para sustituir a Charlie si a éste algo le pasara. Desde mi escondite, detras del basurero que esta cerca de la fuente, pude darme cuenta de que la unidad policial hacía su recorrido habitual, cada 60 minutos. Conducían por las calles lentamente y se detenían justo delante de la fuente, uno que otro agente salía a fumar y a conversar. Esa noche, note, sin embargo, que los agentes conducían un vehículo de color verde, pero nada significativo, hicieron su rutina habitual. No puedo negar que me sentia ansioso, en cualquier momento llegaría Rafael. Un cambio de luz era la señal acordada. Sentí unos pasos, un hombre se acercaba, no podía ser Charlie. Me agite,era un transeunte, respiré profundamente. Los minutos de espera fueron eternos, me entretuve pensando en las consecuencias de la operación. Se armaría un alboroto, los periódicos locales no cesarían de hablar de lo acontecido y la policía jamas podría explicar su incumplimento en el cuidado del ornato público. Por fin, ví el cambio de luz. Me subió la adrenalina y mi corazón a empezó a palpitar fuertemente, era Charlie. De inmediato, tal y como habíamos acordado agité el foco en forma circular indicándole que tenía luz verde para actuar. Desde mi escondite alcancé a ver a Lupe y Rafael asomando impacientemente sus cabezas detras del poste de luz que iluminaba la fuente. Todos estabamos en lugares estratégicos para no perdernos la explosión. La hora cero, las doce de la media noche. Por un momento, sentí miedo, en apenas cinco minutos llegaría la unidad policial. Volví a agitar el foco. ¿Qué pasa Charlie?- murmuré-. Fue como telepatía, diciendo esto y Charlie vertía el detergente dentro de la fuente. Una efervescente explosión de espuma se esparció por toda la fuente, se elevaba y elevaba cada vez más. Aquello, era expectacular, en solo minutos, la espuma y las burbujas alcanzaban mas de veinte pies de altura. El agua de la fuente, enloquecida rugía en complicidad. La gente se fue aglomerando al escuchar la sirena de la unidad policial. Entre la confusión de espumas y burbujas se distinguían los flashes de las camaras. La policía atareada no sabía como manejar el caos, no había forma de parar aquello. En segundos, se aparecieron más unidades policiales. Rafael,Lupe, Charlie y yo, salimos de nuestro escondite y corrimos a unirnos a la algarabía. ¡La operación espuma había sido todo un éxito! Por mucho tiempo la policía estuvo buscando a los delincuentes que habian asaltado 3 fuentes en diversos pueblos del país.

sábado, 3 de julio de 2010

SIN ROSTRO

Aún no puedo borrarlo de mi mente. Es que..... todo ocurrió tan rápido. No podía dormir, abrí la carpa y empece a caminar por la playa. A pesar de la hora, la noche estaba clara, eran las tres. Las estrellas y la luna aún despiertas brillaban iluminando el plateado mar, y el suave rugir de las olas me hipnotizaba, no se cuanto tiempo caminé, perdí la noción del tiempo. Miré el reloj, las cuatro, mi corazón se estremeció, me había alejado demasiado. Dí media vuelta, empece a caminar, ahora con pasos gigantescos. Los cocoteros batían sus pencas y súbitamente una brisa gelida laceró mi cuerpo. Mis pies ya cansados se hundían en la arena a medida que me acercaba a la carpa. De repente, una luciernaga se posó en mi hombro y voló distrayéndome la mirada hacía un arbol milenario de cuyo tronco brotaban copiosas raices. Por un instante, me acordé de aquella leyenda sobre las luciernagas impersonando a los muertos en la oscuridad, me asusté. Aquél miedo infundado, pero irreprimible, no me abandonaba. Me restregué los ojos para asegurarme de lo que veía, dí un paso hacia delante. Allí, sentado al pie del tronco, estaba él. Vestía pantalón blanco, camisa blanca manga larga, en la cabeza una gorra verde oscuro y descalzo. Recogía y lanzaba algo, como jugando. Repentinamente alzó la cabeza, quise saludarle, y preguntarle si era Francisco. Pero al querer hablar sentí como se me trancaba la garganta. Empujada por el temor corrí y abrí la carpa, todos dormían. Perdí la cabeza en conjeturas hasta que me dormí. Al día siguiente fui a la casa de Francisco a contarle lo sucedido.

_ Le aseguro que Francisco durmió en casa toda la noche. Hoy, en la mañana se levantó a las siete y se fue al conuco. Dijo Mercedes mientras colaba café.

_¿Y entonces, Dios mío quien andaría por ahí a esa hora? ¿Te ha pasado algo semejante alguna vez?_ Le pregunté

_ Nunca. No salgo después que oscurece para evitar encontrarme con uno de ellos. Comentó Mercedes en voz baja.

_¿Con uno de ellos, quienes son ellos?

_Aquí en la época de la colonia asesinaron a muchos hombres, entre ellos esclavos. Se rumora que han escuchado el arrastre de cadenas en las madrugadas. ¿Digame una cosa, la miró? ¿Tenía ojos?

_Si supieras que, pensándolo, no. No tenía ojos, no pude distinguir facción alguna. Sólo sentí el peso de su mirada. Cuando lo miré, quise preguntarle si era Francisco, pero el miedo me paralizó.

_Considerese dichosa_ argumentó Mercedes, por que dicen que sus voces se convierten de gemido a aullido. Cuentan que más de una persona al nunca haber escuchado ese grito desgarrador ha caido fulminada por un ataque al corazón.

-Las manos me temblaban, mientras tomaba sorbos de café.