miércoles, 8 de junio de 2011
POR LA MIRILLA DE LA CERRADURA
Borja tenía apenas ocho años y ya había experimentado molestias como si se sintiera observado por alguien. En las noches, en ocasiones le había sucedido que al darse vuelta en la cama sentía que lo espiaban a traves de la mirilla de la cerradura de la habitación; en otras, sudores fríos empapaban su cuerpo mientras agitado y nervioso se envolvía en las sábanas al ver un celaje traspasar la puerta. Acto seguido, escuchaba unos pasos firmes y una puerta que cerraba. Borja era asmático, y los síntomas de la enfermedad se agudizaron notablemente debido a la tensión que todo esto le causaba. Tan sonoras eran sus sibilancias y la falta de aliento que una noche sus padres decidieron llevarlo a dormir con ellos. Lejos estaban de imaginar lo que realmente le estaba ocurriendo.
Vivían en una lujosa mansión de fachada estilo victoriano tropical, en 3 niveles, con techo inclinado, cúpulas, balcones y jardines con pasadizos secretos que daban directo a la playa. Fue construida y amueblada con mucho esmero por su antiguo propietario, ingeniero alemán, Dieter Krippin a fines de la segunda guerra mundial para su esposa, Mimi, sobreviviente del holocausto. Mimi, jamás la ocupó ni quiso vivir en la isla, prefirió quedarse en Estados Unidos. Después de tanta ingratitud y desamor, según Andrés, al ingeniero solía vérsele triste y solitario, dedicado a la bebida y al cultivo de unos rosales. Andrés era el jardinero, un muchacho de apenas 21 años, buena gente, fiel acompañante de Mr. Krippin hasta el día de su muerte. Era él, el único,capaz de decifrar lo que le sucedía a Borja. Cuando llegaron los nuevos inquilinos, Andrés, siguiendo instrucciones de Mimi, ahora viuda del señor Krippin, los recibió de manera cordial y quedó como siempre al cuido de los jardines y el hortaliza de la mansión. Pronto, la familia se encariño con Andrés y de manera especial Borja.
Andrés solía llevar a Borja a la playa temprano en la manana a respirar la briza del mar, según los médicos esto haría bien a sus pulmones. En una de esas ocasiones, después de caminar un rato, se sentaron debajo de un copioso arbol a contar cuentos, hasta que Borja le preguntó:
-¿Andrés, no sientes que alguien nos está mirando? Desde que llegué a esta casa siento que alguien sigue mis pasos, me espía, mira por la mirilla de la cerradura de mi cuarto. Aun cuando estoy en el dormitorio de mis padres siento que está ahí, y siento frío.
-No te preocupes, me pasa lo mismo- dijo el jardinero con indiferencia- esta casa tiene dueño, él murió, pero, sigue estando aqui. No temas fue un buen hombre.-
-¿Quién?- preguntó Borja con curiosidad y nerviosismo.
-MisterKripin-contestó Andrés dubitativo, sin saber si contar al niño la verdad de lo ocurrido.
-Y no le temes?- preguntó, Borja incredulo.
-Misterkripin, era un hombre muy generoso. Antes de morir me pidió que cuidara de la casa y de manera especial sus rosales y hortaliza. El último día que lo ví con vida, estaba un poco raro, pero pensé que se sentía mal por causa de la bebida. Me llamó y poniendo una bolsa en mis manos me dijo:
-Camina hacia la playa sin mirar hacia atrás y solo cuando llegues a ella, abrela, no la abras antes.
-Sin chistar, empecé a caminar hacia la playa. Yo lo quería mucho y jamás lo traicionaría. Sus palabras retumbaban en mis oidos "sin mirar hacia atrás, solo cuando llegues puedes abrirla". De repente, un temor sacudió mi alma, me devolví. Empecé a correr como loco, jadeando llegué a la casa y grité su nombre.Subí corriendo las escaleras a su dormitorio. Llegue tarde, MisterKripin se habia quitado la vida, se había ahorcado.
-¿Y en cual habitación?- pregunto el niño, angustiado.
-En la habitación donde duermes. MisterKripin siempre soñó con tener un hijo, construyó esta casa para la Sra. Mimi, pero ella nunca quiso vivir aquí, y nunca tuvieron hijos. El es quien te vigila durante la noche y el día, te cuida como si fuera su hijo, como me cuida a mí y a su jardín.
-Y que contenía la bolsa?- pregunto Borja con curiosidad.
-Contenía muchas papeletas de cien dólares- dijo Andrés sonriendo.
-Tomados de la mano Borja y Andrés llegaron a la mansión y estuvieron un rato recogiendo vegetales en el hortaliza. Borja sintió la presencia de Mr. Kiplin, pero ya no sintió miedo, no le faltaba el aliento, todo lo contrario sentia una paz inexplicable.
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Muy buen relato amiga Marilyn me gusto mucho. Este es distinto a lo que me tienes acostumbrado. Es un relato seguro, ameno y que avanza hacia el final que uno desea, ya que no se desea peligro para el niño. Gracias por compartirlo. Un abracito de oso
ResponderEliminarMe alegro mucho te haya gustado, es de la vida real. Despues de 40 años regrese y busque la casa. La viuda, Mimi, a quien conoci, la habia mandado a derribar. Algunos dicen que las apariciones de Mr. Krippins eran tales, que ya nadie quieria vivir alli.
ResponderEliminarUn historia real, que emocionante! Me encanto!!!!
ResponderEliminarGracias por pasar a visitarme y comentar!
ResponderEliminarUn abrazo de oso.