Sucedió el día de Año Nuevo, muy temprano. La mujer menudita y el perro menudito entraron en el templo a escuchar la Santa Misa. La mujer tomó agua bendita de la pila, se persignó y también hizo la señal de la cruz en la frente del perrillo, que iba protegido del frío por un abrigo escocés. Se sentaron en el último banco, a mi lado. Llegado el momento de darnos la paz, la mujer me extendió una mano y el perro me dio una patita. ¿Qué iba a hacer yo? “La paz sea contigo”, le dije al perro, que me miró con agradecimiento. Cuando llegó la hora de comulgar, la mujer me pidió que cuidara del chucho hasta su regreso, y allí nos quedamos, el perro y yo, lejos ambos del estado de gracia exigido. Que recuerde, yo nunca he mordido a nadie, pero el perro quizá tuviera ese pecadillo sin confesar. En fin, eso no era asunto mío, del mismo modo que mis asuntos no parecían ser de la incumbencia de aquel perro, el cual, al término del oficio, se mostró huidizo.
Manuel Hidalgo
Qué bueno!, no conocía este relato, es muy vivencial, pudo haber sucedido en cualquier iglesia de barrio.
ResponderEliminarAbrazos y feliz domingo Marilyn.
Marilyn:
ResponderEliminarMuy buen texto. A veces, suceden cuestiones extrañas en misa.
Un gran abrazo.
Un relato anecdotico, muy bien contado.
ResponderEliminarSaludos.
¡Qué bueno! Me ha encantado el relato. me encantan los perros, son casi humanos. Besos
ResponderEliminarDe seguro el perro entendió mejor que nadie lo que ocurría en aquel sitio...
ResponderEliminarSaludos
J.
Me gusto la temática y más cuando se me relaciona jejeje..
ResponderEliminarMuy bueno, un abrazo.
Elperroverde
Que divertido relato :)
ResponderEliminarme quedé pensando, en que los perros no cometen pecado, por que solo obedecen a sus instintos..o no? xd
Bendiciones Marilyn :)
me deleita leerte
ResponderEliminarFeliz navidad
Más vale hacer la paz con los perros. Muy disfrutable entrada, para mí más que convivo con dos de esos.
ResponderEliminarBesos.
Sería interesante ver un perro yendo a comulgar.
ResponderEliminarUn abrazo.