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miércoles, 29 de febrero de 2012
EL PORTERO
No me gusta viajar de noche, uno no sabe con que o con quien se puede encontrar; una carretera poco transitada, rotura de motor, falta de gasolina, animales que se cruzan, terroristas, fantasmas, en fin una serie de imprevistos que nos pueden jugar una mala pasada. Pero, en nuestro caso, teníamos que regresar a la ciudad lo antes posible.
Eran las doce de la media noche cuando se fue la luz; cruzabamos por un pueblito de la costa muy conocido por ser el habitat de leones marinos, aves rapaces y aparecidos. La noche era negrísima, más que nunca, hasta la luna se escondía. Me daba malas vibras, no sabía que esperar, o era un simple apagón o los terroristas habían dinamitado una torre de energía. Lo que fuera, no podiamos detenernos en plena carretera, como tampoco, transitar a oscuras; mi esposo se moría de sueño. Desesperados pusimos la luz alta y giramos a la derecha; afortunadamente a unos pocos metros alcanzamos a ver un letrero que decia "Parador Nautilus". Mi esposo se bajó del carro y tocó fuertemente un portón de madera. Esperó varios minutos y por fin alguien contestó con voz de utratumba.
"¿Qué quiere?"
"Alojamiento para dos", contestó mi esposo.
"Pase", dijo el hombre abriendo el portón.
Mi esposo fue al carro a avisarme y de paso me comentó que no tenía animos de bajar el equipaje. Yo también estaba tan cansada que realmente no me importaba dormir tal cual. Seguimos al hombre, quien alumbraba el camino con una vela larguísima, como esas que se usan para la primera comunión, a penas podiamos ver. El piso de madera crugia bajo el peso de nuestras pisadas mientras subíamos la escalera que nos llevaría a la habitacíon. Tuve la sensasión de estar en una escena de una de las películas de terror del célebre Bela Lugosi. Una vez en la habitacíon, sentimos un fuerte olor a humedad, como si nadie se hubiera hospedado ahí en años; a tientas buscamos las camas donde nos tiramos a dormir extenuados.
Al día siguente, mi esposo, sobresaltado me despertó y me dijo que teníamos que salir de allí inmediatamente. Sorprendida, me tiré de la cama no sin antes darme cuenta de dónde habíamos pasado la noche. La habitación, la que una vez estuvo pintada de azul, tenía lamparones oscuros de humedad, las cortinas raidas y sucias y era tal la dosis de humedad que flotaba en el aire, que no pude reprimir una mueca de asco y leves arcadas. No había ventilación alguna a excepción de una ventanita que había en el baño. Curiosa, me subí encima del inodoro y al mirar por la ventanita me lleve el susto de mi vida. Un ave negra, con la cara entre roja y amarilla, arrugada, y ojos saltones me dio la bienvenida. Salí despavorida y sujetándome del brazo de mi esposo salimos de la habitacíon.
Nos acercamos a la recepción para pagar nuestra breve estadía y el joven, recepcionista no entendía como es que no teníamos llave de la habitación. Le explicamos que la noche anterior nos había sorpendido un apagon y que llegamos al Parador Nautilus como a la las doce y media de la noche y que un señor con una vela nos abrió el portón y nos llevó directamente a esa habitación. El recepcionista sorprendido, nos comentó, " A esa hora no hay nadie en recepción, el poco personal que hay disponible se retira a las once de la noche por que en este pueblo desconectan la luz a las doce de la noche hasta las seis de la mañana. No tenemos portero."
Nos miramos asustados e intrigados, por que a decir verdad, mi esposo nunca vio el rostro del señor que nos abrió el portón, solo escuchó su voz, y era de ultratumba.
'fantasmas'
ResponderEliminarbuena entrega, saludos
Me pasa eso y creo que muero de un infarto jajaj. Menuda bromita con portero incluído. Las de Bela Lugosi tenían luz al menos. Genial
ResponderEliminarBss
Un relato sumamente inquietante, pero yo nunca me hubiera hospedado en esas condiciones.
ResponderEliminarUn abrazo
La realidad supera a la ficción.Tiene tela...este relato!.Que relato más inquietante...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
No dan ganas de quedarse a dormir en cualquier sitio. Da escalofríos.
ResponderEliminarUn saludo.
Marylin me has dejado en un estado que no se como me voy a ir ahora a mi cuarto que está en la otra punta del pasillo, además tengo que ir sin hacer ruido para no despertar a mi hijo, Ufff.
ResponderEliminarSi me echais de menos, es que me ha dado un "síncope", jajaja.
Un beso
Excelente ! Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesos
Realmente inquietante la situación; me gusta porque no es un terror explosivo sino más bien sutil pero logra perfectamente trasmitir la inquietud,
ResponderEliminarUno termina de leerlo con un leve escozor en el cuello, eso es muy bueno.
Un abrazo.
Me encantan los relatos de intrigas y cosas extrañas como esta, asustan pero atraen como el imán. Aunque si tengo que parar en carretera de noche... ahora me lo pensaré... :)
ResponderEliminarBesitos.
Pues de ultratumba o no bastante atento sea quien sea el que ofició de portero. De no ser por el hubieran pasado la noche en el coche. y el temor hubiera sido mayor.
ResponderEliminar"Por temor al más allá es que me quedo más acá" Mi Nick de Hotmail.
Estas invitada a:
"La cita de Elena"
http://nidaeldore.blogspot.com
Un abrazo