Fue una noche de luna nueva; un pez volador emergió del mar agitando las alas, cientos de gotas se esparcieron por el aire, de ellas brotaron mariposas doradas que subieron hasta el cielo. Quise volar tras ellas.
Esa noche mi padre me llevó en brazos envuelta en una manta.
—Mirad, traigo una sirena —dijo.
Y fue verdad, nunca más supe caminar sobre la tierra.
Fortunata Perez de la Ossa
El amor incondicional hacia el mar convirtió a una mujer en sirena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Como me gustaría convertirme en sirena!. Pero eso sí... sólo por un ratito.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Besitos.
¡¡Que bonito Marilyn!!
ResponderEliminarA mi me encantaría ser pez solamente por recorrer los mares nadando.
Un beso