Admirado por sus colegas y temido por sus enemigos, aquel hombre era considerado un asesino sin escrúpulos. Pero esa reputación que había logrado forjar en torno a su persona cayó en picado en aquel preciso instante, cuando, ante la mirada de propios y extraños, decidió lavarse las manos.
Thorgal
Marilyn:
ResponderEliminar¿Un cocinero, quizás? o simplemente... Pilatos.
Un gran abrazo.
¿Pilatos? ¡Quizá no fue tan bueno como le pintan! Un beso
ResponderEliminarPeores que Pilatos hoy tenemos a muchos, este hombre tubo la mala suerte de dar orden de que mataran al que decían que era hijo de Dios y como consecuencia podía hacerle sombra.
ResponderEliminarUn saludo
Je je je... y seguro esa agua fue vertida a un rio con mucha corriente y más bocas que bebieron de ella y expandieron el virus.
ResponderEliminarBesos Marylin.
Un microrrelato interesante, que queda abierto a múltiples interpretaciones...
ResponderEliminarSaludos
Preferimos al asesino declarado asesino a un Pilato cualquiera? El cinismo a la hipocresía? Es terrible, pero pareciera que eso ocurre en este tiempo en que nos toca vivir.
ResponderEliminarBuenísimo micro, Marylin. Nos deja mucho para pensar.
Un abrazo!
No sólo asesinos... como Pilatos también hoy se lavan todos las manos .. Cobardes!!
ResponderEliminarUn cálido abrazo
Es fácil ser asesino cuando uno no se "ensucia" las manos con el trabajo sucio.
ResponderEliminarPara lavarse las manos siempre hay uno dispuesto!
Y de allí lo tomaron de ejemplo los muchos que mantienen la costumbre. Genial tu micro!
ResponderEliminarAbrazo.
Pos yo diría que Pilatos. Así hay muchos.
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