"ALGUNAS PERSONAS CAUSAN FELICIDAD A DONDE VAN; OTRAS CUANDO SE VAN" Oscar Wilde
Mi amiga Angie, me contó esto y no lo podiá creer. Hasta donde tenía conocimiento, la tradición en este pueblo era la de observar días de recogimiento y duelo cuando un ser querido fallecía. Sin embargo, me contó lo que acontinuación narro:
Cuando Clemente Jimenez murio sólo dos personas concurrieron al velatorio, un hermano y su chofer. Luego a la misa de cuerpo presente y al entierro asistieron seis personas contando el enterrador. Sin embargo, unas cuatro mil personas entre familiares, amigos, conocidos y enemigos abarrotaron la mansión de los Jimenez en horas de la tarde del mismo dia. Hasta los músicos que usualmente tocaban en la retreta del parque amenizaron la fiesta. Flores y guindalejas de todos los colores decoraban los jardines, y un fuerte olor a guiso impregnaba la astmosfera. Ocho puercos, siete chivos, dos vacas, se cocinaban mientras el gentío iba llegando. Para la ocasión se improvisó un altar dónde se exhibía una imágen del difunto. Plinio, el mayor de los hijos jubiloso pasó a leer parte del panegírico, siguiéndole los otros siete hermanos. Luego la viuda vestida de rojo, visiblemente felíz, también se unió a decir unas cínicas palabras. Los otros veinte hijos que tuvo el finado fuera del matrimonio, quienes no se conocían entre si, no ocultaron su alegría ni siquiera para guardar las apariencias. El resto de los allí presentes se miraban de reojo y para nada les extrañó que las únicas cualidades que se exaltaran del difunto, Clemente Jimenez, fueran las de su pasión por el dinero, las mujeres, y el poder. Clemente había sido un hombre siniestro y angurioso quien hasta el día de su muerte se dedicó al juego, la usura, la extorsión y a la compra y venta de bienes raices llegando a amasar un gran fortuna. Unos comentaban que esas tierras las había obtenido fraudulentamente, y los más, alegaban que las había adquirido mediante un pacto con el diablo. No se sabía a ciencia cierta, pero era evidente que gozaba de influencia y poder, todo lo que tocaba lo convertía en oro y ni una sola vez fue acusado de los tantos delitos que cometió. A su casa iban a parar políticos, hombres de negocios, mendigos y demás en busca de obtener algun favor de este exitoso terrateniente. El sin embargo, a todos dormía con el cuento de: Tengo que consultarlo con mi socio que vive en el extranjero, yo te aviso". De ahi, se creó el mito de que el socio de Clemente era el mismísimo diablo. Por esto, en el curso de la celebración había quienes esperaban que "el socio" hiciera aparición.
Nadie dijo nada bueno o exalto virtud alguna de Clemente Jimenez durante la celebracion, ni siquiera Angie, su hija menor. En vez de despedirlo con lágrimas y pesar como era costumbre, se despidieron riendo, comiendo y bebiendo celebrando la liberacíon de un espiritu perverso cuyo socio se creia era el mismísimo diablo.
Marilyn:
ResponderEliminarMuy bueno tu relato; marca muy detalladamente el alivio que surge en una pequeña sociedad ante la muerte de un ser detestable.
Es costumbre popular del norte argentino que existan pactos demoníacos entre un poderoso del momento y "el familiar", como se conoce a la otra parte del pacto. Este suele tomar la forma de un enorme ofidio, que reside en lo más recóndito de la estancia de aquel que recibe sus favores.
También recibía ese nombre un personaje siniestro, que de noche secuestraba a peones ariscos, que nunca retornaban. Se explica ese mito al decir que dicho personaje era un matón a sueldo, pago por el señor de esos pagos.
Saludos a salvo...
Tristemente hay muchos Clementes en la vida que solo causan dolor mientras están en ella y que cuando se van causan alegría y liberación. Un relato bueno y real como la vida misma.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy interesante este relato...Por lo menos estaban todos a una...que alivio que el subsodicho les dejara en paz.
ResponderEliminarHay personas que por tener bienes materiales.Venden su alma al diablo o a quien séa por el afan de ser más que nadie y así imponer su santa voluntad.
Un saludo Marilyn.
Qué felicidad su partida entonces, pareciera mentira, pero así resulta muchas veces.
ResponderEliminarUn beso grande.
Como dice el dicho... "tanta paz lleves como tranquilidad deja tu marcha", así es la vida y así, por desgracia, son muchas personas.
ResponderEliminarUn abrazo Marilyn.
¡Muy bueno esto, Marilyn!
ResponderEliminar¡Y gracias por tan lindos elogios! Me alegro de que te haya atrapado lo que escribo.
Bienvenida a mi blog.
¡Abrazo y gracias por pasar!
Me parece muy original, cuántas veces se celebraría de esa manera la muerte de muchas personas, pero las etiquetas sociales no lo permiten ni se llegaría a entender.
ResponderEliminarUn saludo.
Uno más de tantos que cabrían en este cuento. nadie amasa una gran fortuna siendo caritativo con los demás.
ResponderEliminarEl "tengo que consultarlo con mi socio" es un "No me gusta el negocio que me estas proponiendo" sin ningún diablo de por medio.
Linda historia - Como de pueblo.
Un abraxo
pues claro que hay muchos de estos sueltos por el mundo, pero a mi parecer no merecen ni el esfuerzo ni el envilecimiento que supondría celebrar su partida
ResponderEliminarbesos,
Dicen que la muerte no hay que deseársela ni al peor enemigo, pero es que los hay que se lo ganan a pulso.
ResponderEliminarBesos1000
Demasiados clementes existen, siempre debe existir un balance y la medida es tu propia conciencia.
ResponderEliminarExcelente como siempre Marilyn, besos