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miércoles, 21 de septiembre de 2011
TRADICION EXTRAVAGANTE
Siempre me llamó la atención el nombre tan peculiar de aquél pariente que con frecuencia nos visitaba. A mi corta edad, su nombre me sonaba más al de una mujer, que al de un hombre fuerte y varonil como era, tío Hylas.
Con los años fui conociendo a otros parientes: Príamo, Hérmogenes, Ulises, Néstor, Fidias, Priscila y Ariadna. Al llegar a la secundaria, no tarde mucho tiempo en atar cabos y preguntarme, ¿cómo es que todos mis parientes por parte de padre tienen nombres grecorromanos? Para colmo mi padre se llamaba Aquíles Cesar, mi tía Cleopatra y mi abuela Ambrosia.
Cuando pregunté sobre esta extraña coincidencia, mi padre me comentó que era una tradición de familia que empezó con su tatarabuelo que se llamaba Hylas, como el personaje de la mitología griega, hombre apuesto, atrevido y aventurero quien dejó una númerosa descendencia.
Fue fascinante conocer ésta tradición familiar y, sobre todo me sorprendíó, cómo en un remoto y pequeño pueblo de una isla caribeña ubicada entre el mar y el cielo, una familia tuvo la osadía de poner a sus hijos nombres poco convencionales y antiguos.
Intrigada por conocer más sobre Hylas, busque en la enciclopedia y encontré lo siguente:
Cuenta una leyenda que hace ya muchos años vivió en Grecia un hombre atrevido al que le gustaba la aventura. Entre los muchos viajes que realizo, dicen que cruzó todo el mar Egeo, atravesando numerosas islas griegas. Partió de Atenas, pasó las Islas Cicladas, llegó a Creta, subió por Roda, se detuvo en Samos y cuentan que, cuando llegó a Quios, esto es lo que sucedió:
Cuando Hylas, que así se llamaba el aventurero, atracó en Quis, se alejo de sus compañeros; adentrándose en el bosque en busca de agua potable. No hizo el viaje en vano, pues pronto se encontró un manantial de agua fresca donde unas jóvenes jugueteaban y cantaban. Hylas no era precisamente feo y los años de viaje lo habían convertdo en un hombre fuerte, por lo que no es de extrañar que una de ellas se quedara mirándolo con sus hermosísimos ojos verdes. Su mirada era tan profunda, tan intensa, tan dulce, que Hylas era incapaz de desviar sus ojos de ella. Poco a poco empezó a perder su voluntad, no sabía qué le pasaba, sólo que esos ojos le atraían hacia la joven sin poderse controlar. Ya sin voluntad, se acercó al manantial y se metió en el agua. De pronto unos brazos le aprisionaron alrededor de su cuerpo y sintió unas manos frías que no le permitían moverse. No podía hablar, no pudo pedir ayuda. Lo últmo que supieron sus compañeros es que había sido arrastrado hasta las profundidades del manantial, de donde nunca pudieron sacarlo.
Muy buena historia. Aunque no creo que le haya ido tan mal a ese pariente tuyo:
ResponderEliminarEn la mitología griega, Hilas (en griego Ύλας) era el hijo del rey Tiodamante de los dríopes. Cuando Heracles mató a su padre en la batalla, perdonó a Hilas y lo tomó como escudero y le enseñó las artes del guerrero.
Heracles llevó a Hilas con él a bordo de la nave Argo, haciéndole uno de los argonautas.
A instancias de Hera, Hilas fue secuestrado por la ninfa de la fuente Pegea en Misia y desapareció sin dejar rastro (según Apolonio Rodio). Junto con el argonauta Polifemo le buscó durante mucho tiempo.
El Argo partió sin ellos, por lo que no participaron en el resto del viaje. Nunca hallaron a Hilas porque éste se había enamorado de las ninfas y se quedó con ellas convertido en eco «para compartir su poder y su amor» (Valerio Flaco, Argonáutica).
Siento envidia de ese Hilas
Un abracito de oso
Ja! Ja! con que envidia eh?
ResponderEliminarHe disfrutado mucho de tu comentario pues complementa lo que escribí sobre Hilas.
A mi pariente no le fue nada mal con el nombre. Vivió muchos años y tuvo una numerosa descendencia.
Un fuerte abraXo de osa
Precioso relato éste, Marilyn; más aún para mí, que soy un gran apasionado de la mitología griega. Gracias por compartir cosas tan hermosas, como ésta y las de mis compatriotas Fernando Ureña Rib y César Nicolás Pensón. Agradezco también tus agradables visitas a mi humilde espacio.
ResponderEliminarAbrazos muuuy tiernos, amiga.
El relato me ha encantado, y tus casas, también.
ResponderEliminarMe lo he pasado muy bien, dando una vuelta por ellas, a partir de ahora lo haré más amenudo.
Gracias, por visitarme en una de las mías.
Un beso.
No he podido dejarte ningún comentario, en ¡Despierta! porque no he podido entrar en comentarios. Pero que sepas que también me a gustado muchiiisimo.
ResponderEliminarBesos.
Gracias Isis por tu visita. Voy a ver que pasa con ¡Despierta! Y espero sigas dando vueltas por aqui como toda brujita en su escoba mágica. JiJi! un abraxo
ResponderEliminarQue bello relato Marilyn.
ResponderEliminarUn nombre que arrastra una historia intensa y peculiar, seguramente el tìo Hylas tambièn.
Gracias por tu visita y tu càlido comentario.
cariños.
Rodolfo, me alegro mucho hayas disfrutado de los cuentos y poesias de nuestros compatriotas.
ResponderEliminarGracias por pasar por mi predio, y seguiremos en contactol. Un fuerte abrazo
Mi tio Hylas y otros mas de la familia greco-dominicana (ji!ji!) son abogados o profesores de Derecho. Afortunadamente hombres y mujeres de bien. Gracias por visitarme! afectos
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